Pero entre ese montón de NNs que son los DJs de esa radio productora de excremento, hay un sujeto que es el símbolo viviente de la estupidez y se llama Carlos Galdós. Puta madre, el solo hecho de escribir su nombre me ha provocado una acidez terrible y ahora mismo estoy eructando. Que sujeto para más insoportable.
De Carlos (¡burp!, perdón) Galdós me llegan al pincho un par de cosas. Bueno en realidad me llega al pincho todo. Desde como habla, como actúa, como se ríe, en fin, creo que si existe alguna persona que le parezca divertido este fronterizo, debería considerar la opción de lanzarse a un barranco o saltar de un puente. Este tipo es un completo y total imbécil. No se quién diablos le ha dicho que es gracioso. Su maldito acento, con ese aire de pituco (dentro del concepto de pituquería de Tongo) me suena como a cuando rayan una olla. Si algún día tuviese la mala suerte de encontrarse conmigo por la calle, la conversación sería mas o menos asi:
“Hola flaco, me llamo Carlos, cuéntamelo todo” - diría con toda seguridad el imbécil.
“¡TOC!” - sería el sonido que haría mi bota, al estrellarse contra su temporal.
Prefiero mil veces tomarme un balde de vomito de perro, al seco, que oír una vez mas esta radio infame. Ya estoy a punto de colapsar por culpa de su música de mierda para perdedores (que alguien haga la traducción de esa aberración de Satán titulada You are beautiful y verán de lo que hablo). Maldita sea, no aguanto más a esta porquería de radio, no aguanto más la voz de sus DJs infernales, no aguanto escuchar una vez más las tres cojudeces de la que está compuesto el vocabulario del infame Cagaldós “flacota”, “cuero” y “cuéntamelo todo”. Imbécil. Tampoco aguanto a las estúpidas esas que son la contraparte, las DJs mujeres, unas estólidas que hablan como si padeciesen de alguna tara severa. “Bravaso”. Me voy a vomitar.